Crónicas de Buenos Aires: Bote al agua

En mi búsqueda de personajes singulares para alimentar mis crónicas de Buenos Aires, mi amiga Marion me indicó que su hijo Dani tenía un emprendimiento con chicos en el Tigre que me podría interesar.

Me puse en contacto con él. Su proyecto, Bote al Agua, me pareció fascinante: ¡un taller de aprendizaje de matemáticas para niños a través de la construcción de un bote! Así es como fuimos, Lucas, mi asistente de video, y yo, a pasar una mañana de inmersión total en Bote al Agua. El taller de carpintería está situado en el Tigre, en un inmenso terreno poblado de algunos emprendimientos artísticos, y ecológicos.

Allí estaban Dani, el creador de Bote al agua, seis chicos de 11 años que terminaban la escuela primaria, Celeste, maestra de una escuela autogestionada del Tigre, y Denise y Julián , los dos profesores de Bote al agua. Esa mañana pudimos ver, concretamente, como se puede poner en práctica otro enfoque de la enseñanza.

Una mañana fascinante!

DANI

Me podés contar tu itinerario ?

Mi vida profesional estuvo relacionada cien por ciento con el periodismo, esencialmente económico y financiero, y con la comunicación en empresas de tecnología como Google y Facebook. Durante años trabajé en las cuatro manzanas del microcentro porteño, Pero siempre soñaba con mi fin de semana en el Delta del Tigre donde tengo una casa con bote y pies en el barro. Es el lado B de mi personalidad.

La historia comenzó hace años cuando me interesé en el tema de la construcción de embarcaciones de madera. En Argentina la tradición se va perdiendo totalmente. Están todavía las hermosas lanchas colectivas y los botes de los clubes de remo.

El plástico y la fibra de vidrio han reemplazado la mayoría de las embarcaciones.

Tal vez mi interés por ese tipo de construcción esté ligado con una nostalgia típica de los sesenta, nostalgia de una época donde teníamos tiempo necesario para mantener viva una tradición artesanal tan noble como la de fabricar embarcaciones de madera.

Como no encontré cursos para esa técnica en mi país, me anoté en una escuela americana, en el estado de Maine. Era un « summer camp » (campo de verano) con habitación, comedor y baño compartidos, y un trabajo intenso: de 8 de la mañana hasta las 5 de la tarde, trabajo de taller para construir un bote, carpintería a full, polvillo, viruta, un trabajo muy físico.

También seguí un curso sobre la manera de trabajar con chicos, porque la idea de armar un taller para niños en el Tigre me pareció muy potente. Y así fue como, en el 2019, creé una ONG, Bote al Agua.

He aquí como presentamos nuestra actividad en nuestro sitio (botealagua.com)



Nuestra tarea se basa en una propuesta de Aprendizaje basada en Proyectos (ABP), un método por el cual los chicos incorporan conocimientos en torno za un trabajo que los saca de la tradicional relación alumno-profesor y los coloca como protagonistas de un proyecto que les interesa y les divierte. En el Bote al Agua construimos botes de madera en equipo.



En nuestros talleres los chicos abordan conceptos de matemática, relacionando la disciplina con su utilidad práctica a través de la experiencia directa. También aprenden a utilizar herramientas de mano, a planificar, a trabajar en equipo y a concretar los objetivos trazados. Cada taller culmina llevando el bote al río y remándolo en grupo.

Se pueden tocar muchos temas durante la construcción del bote, el más obvio es hablar de álgebra y de geometría, porque cuando uno hace un bote está haciendo triángulos y otras formas geométricas, midiendo ángulos rectos, hablando de simetría, dividiendo y sumando.

Pero también hablamos de física, del por qué flota una embarcación, de Arquímedes, de las características que le permiten flotar mejor. Y hacemos pruebas en baldes con agua, ponemos embarcaciones como modelitos y los hacemos flotar, y poniéndole pesos con tornillos y clavos para mostrarles por la práctica un bote que no pesa nada resiste de manera increíble. Todas cosas muy visuales con la expectativa de que los chicos no se las olviden fácilmente.

En ese tipo de proyecto la pedagogía parece ser esencial.

Si naturalmente. Yo me capacité en ese curso americano con un profesor excepcional, Joe Youcha (buildingto teach.com/ joe-youcha-director)

Y también he hecho mucha capacitación personal. En particular con Marcelo, un profesor de matemáticas que había dado clases de apoyo escolar a mi hija en el secundario. Cuando lo llamé me preguntó «para qué querés estudiar matemáticas a tu edad?» Cuando le conté el proyecto, entendió y aceptó. Estuvimos trabajando unos cuantos meses y me dio muchos consejos sobre qué y cómo enseñar.

¿Tenés colaboradores?

Si tengo un equipo de 5 jóvenes que trabajan en el taller, algunos con más experiencia en carpintería que otros, pero todos con vocación en la enseñanza. Lo más importante es saber trabajar con los chicos, llevar las clases de manera amena y divertida. Hoy vas a conocer a Julián y a Denise.

¿Qué tipo de escuelas asisten al taller?

Vienen chicos de escuelas públicas y de escuelas privadas de diferentes lugares no forzosamente del Tigre. A veces mezclamos en un mismo curso escuelas públicas y escuelas privadas con resultados muy interesantes.

Hace poco una madre me dijo «yo les agradezco tanto porque además del trabajo educativo, cuando están construyendo el bote, no hay grieta». No hacía referencia a la grieta política, sino a la grieta social. Me estaba diciendo que la construcción del bote equipara todo, que borra diferencias sociales. Es uno de los objetivos que busco.

Paradojalmente, muchos chicos de bajos recursos que vienen de la parte continental del Tigre, no tienen acceso al río. El río es para los isleños y para la gente con más recursos que van para el fin de semana, que tienen su casa o que van al club de remo. A los pibes que viven en barrios carenciados, la construcción del bote les dice «ustedes también pueden salir en botes, conectarse con el río.

¿Cómo reaccionan los chicos?

En general reaccionan muy bien. Básicamente, el concepto es que los chicos sean protagonistas de su obra, porque el bote lo hacen ellos, está pensado para ser construido por los chicos con herramientas manuales, haciendo cosas divertidas como cortar, medir, clavar, atornillar, pegar.

Perforar

Medir

Pegar

Cortar

Normalmente todas esas actividades resultan atractivas. En general, cuando martillan, la mitad de los clavos entran mal, se tuercen o los niños golpean al lado del clavo. Entonces los pibes te miran con cara de culpables como si hubiesen hecho una macana. Y nosotros les decimos «no pasa nada, tiralo para afuera y volvé a empezar» Entonces se encuentran relajados y entre ellos mismos se empiezan a cargar. Aprenden a hacer errores sin culpa, a que los errores se pueden corregir.

Todo termina siendo como un juego, una diversión , en donde a su vez estás revisando conceptos pertinentes para la educación de esa etapa del colegio. Le decís «Che , dijimos que ese ángulo es recto, ¿cómo lo medís? El ángulo es recto, medilo con una escuadra. ¿Hay un poco de luz? Debe haber un poco más de 90 grados, no pasa nada» o «estos dos lados no son iguales, no son congruentes.El bote tiene que ser exactamente igual de un lado que del otro, la simetría es la base de una embarcación, hay que hacer esta pieza de nuevo» Todo esto se hace de forma tan natural que tal vez los chicos ni registraron que estaban aprendiendo todos estos conceptos.

Y cuando les preguntamos « que fue lo que te gustó ? » muchos contestan « la verdad es que me siento orgulloso de lo que hice con mis compañeros, nunca pensé que podía hacer un trabajo como este »

La sensación es que hicieron algo fuera de lo común, porque un bote es algo que podes usar, que te sostiene, que te transporta, es un objeto esencial, sobre todo en el Tigre.

A la diferencia de lo que sucede en las escuelas, aquí el celular no aparece porque no se puede construir un bote con el teléfono en la mano. Hay pintura y polvillo y los chicos lo protegen. También quiero creer que no aparece porque los chicos están haciendo algo que los divierte y los entretiene.

Una chica que vive en un barrio de viviendas precarias muy cercano a nuestro taller, estaba cortando los asientos del bote y de repente dice «esto es como lo que yo quería hacer para mi cuarto, porque necesito una bibliotequita.. » Lo que aprenden lo pueden utilizar en la vida corriente.

¿Y cuánto dura el curso?

Es muy flexible, pero en general son 12 clases de 2 horas. A razón de una clase por semana, son más o menos tres meses. Como rápidamente el bote toma forma, los chicos siguen muy motivados durante ese período.

Montar

¿ Cómo se financia el taller?

Hasta ahora ha sido una combinación de dinero propio, de empresarios que me han prestado un taller donde estuve trabajando, de alguna que otra donación y de la venta de los botes que hemos hecho, lo que nos permite recuperar el precio de la madera y los otros materiales.

Recientemente, empecé a abrir el taller a escuelas privadas que me pagan el curso.

¿Qué escuela viene hoy?

Hoy vas a conocer una escuela muy particular, una escuela autogestionada, creada y gestionada por isleños

Los chicos de la escuela autogestionada

Clara , 11 años, hija de Celeste, la maestra.

Llanten, nombre de una planta de las islas ,11 años

Federico, 12 años

Los tres chicos están muy contentos de vivir en las islas porque “es tranquilo, es la naturaleza, y cuando hace calor nos podemos bañar en el río” . Venir al taller les gusta mucho. “Es divertido construir un bote, y nos gusta trabajar con la madera”. Parecen realmente muy felices! Cuando les pregunté como iban a llamar al bote que estaban construyendo me contestaron: « Fideo alegría »

Los profesores de Bote al agua

Julian

¿Cuál es tu itinerario? ¿Cómo llegaste al Bote al Agua?

Yo estaba trabajando en Misiones como guía ambientalista en una reserva privada, proponiendo caminatas por senderos, kayak, visitas a comunidades guaraníes, y otras actividades típicas. En esta reserva conocí una Tigrense, comenzamos una relación, y al cabo de un año y medio me mudé al Tigre. Yo había vivido en Rosario, al borde del río Paraná, donde tenía un kayak y me recorría todo lo que podía. Así que venir al Tigre era como volver a un terreno conocido. Hace un año y medio una amiga me presentó a Dani que me contó que tenía un proyecto relacionado con las embarcaciones, , el río, la enseñanza…todo lo que me gusta. Empezamos a trabajar juntos y estoy desde entonces con él.

Vino la pandemia y el confinamiento, al principio 15 días, después 1 mes, 2 meses hasta que al final fueron dos años. Un día Dani me llamó y me dijo “che Juli vamos a tener que activar esto porque tener un taller sin usar es un desperdicio, te propongo hacer algo solos, fabricar una embarcación diferente”.

Así fue como los dos nos embarcamos en un super proyecto y fabricamos una embarcación mucho más grande, que puede andar con motor que llamamos Ruperta en homenaje a Ruperto Massa, el nombre de la calle donde estamos situados. Desde el 2020 está navegando por el Delta. También fabricamos una mas pequeñita, tipo canoa isleña, que uso diariamente para ir y venir de la isla donde estoy viviendo ahora. Todos los días me vengo con « Renata », que es el nombre de la nieta de Ruperta, con mi bici para pedalear desde el embarcadero hasta el taller.

¿Es tu único trabajo?

Trabajo de lunes a viernes acá y los fines de semana trabajo en la isla, en cabañas o haciendo salidas guiadas ligadas con el kayakismo, para descubrir la flora y la fauna del Tigre.

Me gusta mucho cruzarme en kayak a otros lugares a conocer. Tengo planeado ir a la isla de Martin García. Para fin de año organizo un viaje Rosario-Tigre en kayak. Una travesía de 300 km en una semana. ¡Por ahora el único que participa seguro soy yo!

Denise

¿Cómo llegaste a Bote al Agua?

Yo estudié diseño de imagen y sonido, nada que ver con lo que hago ahora! Soy Judía y de chica iba a la comunidad de Bnei Tikva en Belgrano. Entonces ya me copaba con todo lo que tenía que ver con la educación, daba clase a grupos y también me copaba todo lo que tenía que ver con la carpintería.

Lo conocí a Dani en un evento social. Me contó su proyecto y era como que se juntaba todo lo que me gustaba: la educación y la carpintería. Y ahí arrancamos, a Dani recién le daban un espacio y empezamos a hacer el primer bote, «La Clota»

¿Dejaste totalmente el cine?

Sí, completamente. Además de trabajar acá, tengo un taller en mi casa donde hago muebles. Y doy clase de carpintería para adultos

Noté que sos muy pedagoga.

Si, la corriente pasa muy bien con los chicos, pero nunca estudié nada relacionado con la pedagogía. Trato simplemente de ponerme en el lugar de los niños que vienen y me conecto con ellos. Siento que si yo vengo a jugar, ellos también juegan.

¿Qué edad tienen los alumnos que vienen al Bote al Agua?

Los chicos que ves hoy están terminando el primario, tienen 11-12 años. Pero tenemos también a dos colegios que están terminando el secundario. A esta edad es todavía más interesante porque en la adolescencia sentís que nada tiene sentido, que el mundo es un lugar horrible y llegan aquí con mucha desconfianza. Muy rápidamente se implican totalmente. Es una actividad que los ayuda a estructurarse.

¿Cómo vivís esta experiencia?

La verdad es que a veces no puedo creerlo, es como haber encontrado algo que parece un chiste, un sueño.

Cuando la gente me pregunta de qué trabajo, tengo ganas de contestarle “te voy a arruinar el día si te cuento de que trabajo, porque seguro vas a pensar que mi trabajo es mejor que el tuyo y me vas a tener envidia”.

No trabajo, me divierto. Trabajo es la logística antes de la clase, pero cuando empieza la clase ya no lo es , sobre todo desde que estamos en este espacio relindo, con un equipo pequeño relindo, sin jerarquías.

¿Tu nombre, Denise, tiene un origen francés?

Pienso que no, me iban a poner Laura y mi abuela llegó corriendo al hospital y dijo “no le pongan Laura por favor, pónganle Denise”

Al final del día

Era mi último día en la Argentina. La visita al Bote al Agua me conmovió. ¿Qué es lo que sentí? Armonía, buena onda, frescura, naturalidad, positividad. Como dijo Denise, parece un chiste, un sueño.

Fue una mañana pasada con personas “bellas”, reunidas alrededor de un proyecto apasionante. Un verdadero placer.

A medida que avanzo en mis reportajes, compruebo que las cualidades que observé esta mañana, la generosidad, la creatividad, las ganas de avanzar, la apertura, la positividad, no son excepcionales, son cualidades compartidas , son como una pasta común a muchos argentinos. Es el lado de mis compatriotas que quiero seguir profundizando y poniendo en valor en su diversidad.

Sobre todo cuando estas cualidades personales están al servicio de un emprendimiento original e inclusivo, un proyecto con un fin social y solidario

Descubro una Argentina positiva y emprendedora, que valorizo y quiero ilustrar en estas crónicas. A mí me parece que vale la pena. ¿Y a ustedes?

La escuela “Los Biguaes” (nombre de un cormorán típico de las islas)

Durante nuestra visita, tuve la oportunidad de entrevistar a Celeste, maestra de una escuela autogestionada de las islas. Dado el interés de esta escuela, decidí incluir la entrevista en esta crónica.

Celeste, una maestra de la escuela

¿Cómo funciona esta escuela?

Nosotros somos una escuela autogestionada , situada en el río Carapachay en el Delta. La escuela se sostiene con el trabajo de las familias, que fabrican pan a la mañana y luego lo venden. No estamos avalados por ningún gobierno ni municipio. No tenemos existencia legal, somos una escuela de hecho y no de derecho. Enseñamos las mismas materias que las escuelas públicas. Funcionamos desde hace 14 años, estos chicos son la promoción número 8.

Cuando terminan el primario tienen que rendir un examen muy exhaustivo en la ciudad de Buenos Aires que abarca las cuatro áreas fundamentales, lengua, matemáticas, ciencias sociales y ciencias naturales. Los alumnos que están acá aprobaron todos. En general los chicos que siguen en la secundaria les va muy bien.

Hay 60 escuelas de este tipo en la Argentina. No tenemos personal de maestranza ni personal administrativo. Todas las tareas las hacemos las maestras y los maestros junto con los chicos y chicas. Los chicos tienen tareas de limpieza, como barrer el salón, limpiar el baño o retirar los papeles de los cestos. Por ejemplo, esta semana que un niño estará encargado de que haya siempre papel higiénico en los baños. Periódicamente nos vamos turnando. A mediodía se toma la merienda que se prepara entre todos, en general es té o mate cocido y el alimento que se hizo en la escuela o lo que alguien trajo para compartir o que cocinamos juntos.

¿Cómo llegaste hasta esta escuela?

Conocí este tipo de escuelas a través de una amiga, Inés, que desde hace 14 años está íntimamente relacionada con el trabajo de la Escuela. Yo estudiaba biología, pero en un intercambio con la facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Córdoba me invitaron a conocer una escuela experimental de Córdoba que me pareció maravillosa. Decidí cambiar de orientación e hice el magisterio para ese tipo de escuelas. Después trabajé con una maestra en una escuela de apoyo en la ciudad de los Hornos que es un barrio muy muy humilde en la ciudad de La Plata que me enseñó muchísimo.

Muchas gracias. Me encantaría hacer una crónica de esta Escuela!